La generación que coge mucho y bien


            Una piba dice por la radio que es grisexual. Que siendo la sexualidad representada por lo blanco y la asexualidad por lo negro, ella se encuentra en el medio. Que su apetito sexual es algo escaso, y se ocupa de ello cada tanto. Sigue hablando de otro tema. 
           Mordiéndome el labio inferior pienso “Grisexual, qué hambre tienen estos pibes“. Pero en un ataque revisionista me quedo pensando. 

                                       Nosotros los que ahora tenemos de 40 en adelante fuimos pibes con pocas etiquetas o mejor dicho con pocas posibilidades. Nuestra sexualidad se desarrolló en una exigencia social descarnada, se era macho o marica, se era dama o puta y el resto caía en un vacío de nomenclatura que era absorbido por una de las dos opciones. Así crecimos, mientras la sexualidad se respiraba en cada cosa que veíamos u oíamos, éramos alentados permanentemente a tener ganas, y sobretodo había que coger. Coger mucho y bien, o mentir. 
         Al entorno podríamos sumar ciertos aspectos que le otorgarían un marco histérico a nuestro desarrollo. A los hombres se les debía dar mucho el sexo, y a las mujeres poco. La sexualidad no era un tema de conversación en ningún ámbito. Y algo importante a resaltar era el acceso acotado a un material porno erótico de consumo prácticamente masculino.
 Éste ultimo punto revela algo que no podemos esquivar y es que se vivía una sexualidad unidireccional que se daba desde el hombre hacia la mujer y no una sexualidad compartida

                          El sistema lo permitía todo y aún lo hace. Al andamiaje capitalista no sólo no se le escapa nuestra sexualidad sino que la considera primordial, la produce y enlata como todo a nuestro alrededor. La estructura que habitamos nos da muchas cosas que muchas veces damos por sentadas durante mucho tiempo. Básicamente son necesidades y deseos. Son gustos y rechazos. No preguntarse si uno realmente quiere aquello que se le ”ofrece”, además de ser peligroso, nos quita libertad. De alguna manera aceptamos que todos deberíamos comportarnos de una única manera en cuanto al sexo entre otras cuestiones. ¿Cómo llegamos a pensar que deberíamos TODOS responder sexualmente de la misma manera? Si un hombre disfruta de ser penetrado analmente no es menos hombre y si una mujer no “entrega el culo” tampoco es menos mujer. No deberíamos considerar al otro o considerarnos adaptados o en falsa escuadra, sino establecer claramente, qué nos gusta, qué no y sobretodo en qué momento. Reconocer nuestro deseo debería ser una cuestión importante ya que atraviesa todas las materias de nuestras vidas. Saber que estamos sujetos a cambios permanentemente y que nuestra sexualidad, parte sustancial de nuestra vida, corre la misma suerte. 

      El resultado de una generación sin posibilidades de ser, es una generación de soldados que no se pregunta ni se cuestiona, que acata. Que se niega a perder su vigencia y sostiene la necesidad de hacerle saber al resto sobre su desempeño sexual, que la libido es muy alta, que las experiencias fueron muchas y que las habilidades son maravillosas. Perdiendo tal vez en aquel frenesí la oportunidad de transitar el deseo propio genuinamente. Lejos de ser una crítica, estas palabras no tienen otro objetivo que el de comprender las características de una época en su generalidad, en cierto territorio y momento. 
                 Una legión que ha encadenado el sexo al amor sin cuestionar el emparejamiento o la descendencia, cursando una monogamia que aún hoy sufre, es sin lugar a dudas una promoción que le cuesta entender a los pibes pero que aún así se ha ido transformando como pudo, por supuesto que si. 

                   Las cosas han cambiado como siempre lo hacen. Las generaciones se abren camino como siempre lo han hecho. Celebro que aquel mundo binario vaya quedando atrás, no siendo remplazado sino fuertemente amplificado. Modelándose  en una reorientación hacia la Multiplicidad que en parte ha sido motorizada por las nuevas formas de comunicación. 
                 Aún sabiendo que cada generación le toca romper estructuras y ver surgir nuevas conductas que no le son propias, celebro que allí donde había blanco/negro ahora exista una amplia gama de grises. 




Cecilia Desiata


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